Buscándose a sí mismo, encontró un mundo de sueños, sacrificio y heroísmo.

Un lugar mágico y extraño, donde recobró su fe en la vida y los seres humanos.

Premio Signis a la Postproducción. Festival de Cine de San Sebastián, España, 2008.

Premio "Découverte du Jeune Cinéma Argentin" XI La Sudestada, París, Francia.

Premio Mejor Película II Festival Internacional de Cine de Gualeguaychú, Entre Ríos.

Premio Revelación II Festival Internacional de Cine de Gualeguaychú, Entre Ríos.

Premio Migliore Fotografía XXIII Festival del Cinema Latino Americano de Trieste, Italia.

Premio Mejor Película IV Festival de Artes Audiovisuales de La Plata (Feesalp).

Premio Mejor Fotografía IV Festival de Artes Audiovisuales de La Plata (Feesalp).

Premio "Felisa de Macramé" a las Mejores Imágenes 2010.



Estreno en DVD


El sueño del perro se consigue en DVD en:

CineSí (Pasaje Giuffra 311, San Telmo).

SóloCine (Rodríguez Peña 402, esquina avenida Corrientes, Centro).

Liberarte (avenida Corrientes 1555, Centro)

Estreno en Salas


Setiembre 2009
Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba).
Espacio Incaa KM 60, La Plata.

Octubre 2009.
ArteCinema, Buenos Aires.
Espacio Incaa KM 700, Ciudad de las Artes (Córdoba).
Espacio Incaa KM 725, Unquillo (Córdoba).

Noviembre 2009.
ArteCinema, Buenos Aires.
Espacio Incaa KM 0, Cine Gaumont (Buenos Aires).

Espacio Incaa KM 1118, Oberá (Misiones).
Espacio Incaa KM 630, General Pico (La Pampa).

Diciembre 2009.
Cine Arteón (Rosario).

Enero 2010.
Espacio Incaa KM 0, Cine Gaumont (Buenos Aires).


presentación


El sueño del perro narra la historia de una resurrección espiritual. Y lo hace estableciendo un vínculo estrecho entre realidad y fantasía, con un estilo que apunta a darle un clima onírico y poético al relato.
La película describe, como si se tratara de un sueño, el difícil recorrido interior que el protagonista emprende hacia una vida nueva, más plena y feliz.
Se trata de una película sobre la amistad y sobre cierto tipo de relaciones fundadas en el respeto y la solidaridad. Una película en la que, buscándose a sí mismo, el protagonista encontrará un mundo de aventuras, sueños y heroísmo. Un mundo extraño, en el que recobrará su fe en la vida y los seres humanos.

Festivales y muestras

Primer Festival Nacional de Cortos Universitarios de Pehuen-Co, 14, 15 y 16 de enero de 2011.

Retrospectiva Cine Argentino en el III Festival Cine//B de Santiago de Chile, 3 al 9 de noviembre de 2010.

Ciclo de Cine Inusual "Vínculos singulares" en el Espacio Incaa KM3, ArteCinema, miércoles 18 de agosto 2010, 20 horas.

XIV Semana de Cine Argentino en Salta, sección Cine Inusual, del 5 al 11 de agosto de 2010.

Ciclo "Nuestros Directores", auditorio del Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires, junto a "La orilla que se abisma", de Gustavo Fontán, y "Samoa", de Ernesto Baca. 8, 15 y 22 de mayo de 2010.
Lo pictórico en movimiento.
Tres películas, tres directores y un mismo espacio que los reúne reivindicando la intención plástica presente en sus films.
El sueño del perro, de Paulo Pécora, La orilla que se abisma, de Gustavo Fontán, y Samoa, de Ernesto Baca, se presentan durante el mes de mayo en el ciclo “Nuestros directores” en el Auditorio de la Asociación Amigos del Museo Nacional de Bellas Artes.
¿Cómo nombrar a una obra plástica que adquiere movimiento y se despliega en un tiempo dado? Sólo en ocasiones, ese es el recorrido que trazan algunas películas.
Films que apuntan a un estado de contemplación que sin embargo no es pasivo, que trabajan las texturas y la paleta de colores con el mismo nivel de detalle que pone en juego un artista plástico frente a su mesa de trabajo.
Cada una de estas películas propone una atmósfera única y original, subjetiva, a la que invita a sumergirse, una experiencia intransmisible que sólo puede ser vivida en el aquí y ahora de cada proyección.
En ninguno de los casos se trata de una re producción de los paisajes de la realidad, sino de una recreación, un volver a crear. Espacios y personajes son tomados de un exterior para ser construidos artesanalmente de nuevo desde dentro; se trata en cada una de estas obras, de la manifestación de un mundo, del mundo interior.
De esta manera, el ciclo “Nuestros directores” de mayo, en el Auditorio de la Asociación Amigos del Museo Nacional de Bellas Artes los invita a ver tres obras poéticas, pictóricas, cinematográficas.

Débora Landi Giammarini.
Curadora

V Festival Transterritorial de Cine Underground, Rosario, 29 de octubre al 1 de noviembre de 2009.

Competencia Oficial Largometrajes en 35 mm Festival "Tucumán Cine 09", San Miguel de Tucumán, 1 al 4 de octubre de 2009.

III Festival Internacional de Cine Independiente de Villa de Leyva, Colombia, 9 al 13 de setiembre de 2009.

Premio Mejor Película y Premio Mejor Fotografía Competencia Oficial 4to. Festival de Artes Audiovisuales de La Plata, FESAALP, 12 al 19 de setiembre de 2009.

Muestra Itinerante del Bafici. Cineclub Hugo del Carril, Córdoba, del 6 al 9 de agosto de 2009.

II Festival de Cine de la Lluvia. Villa La Angostura, Neuquén, 18, 19 y 20 de junio de 2009. Organiza Cine Club Jorge Prelorán/Biblioteca Popular Osvaldo Bayer.

Premio "Découverte du Jeune Cinéma Argentin"
XI edición La Sudestada París. 11 al 19 de mayo de 2009. Selección Ficciones Recientes.
C’est le premier long métrage de Pécora, il a été produit après une décade où il ne dirigea que des courts-métrages, dont une rétrospective a été présentée à la Dixième Édition de La Sudestada, en 2008. Le film raconte l’histoire d’un homme dont la vie est férocement frappée par la tragédie. Le film atteint, par l’intermédiaire d’une accomplie technique visuelle, un niveau de suggestion inédit. Pécora n’est pas un metteur en scène explicite ; il faut aller à la recherche des fragments de sens et raccommoder les détails à l’abri de la logique de l’étrangeté caractéristiques de son œuvre préalable.

V Festival Internacional de Cine Independiente de Mar del Plata (Marfici). 2 al 9 de mayo de 2009. Sección Danza con los sueños.
Esta sección trata de jerarquizar una producción auténtica, original, tanto por los temas tratados como por las formas narrativas (...) obras que no hacen concesiones, sino que se mantienen firmes en contar historias personales, claramente alejadas de las formas convencionales de hacer películas.

21 Rencontres Cinémas d’Amérique Latine de Toulouse, Francia. 20 al 29 de marzo de 2009.
Sección Otra Mirada.
Una selección de películas que por su tratamiento formal se presentan como particularmente radicales o arriesgadas.

Espacio Incaa KM 2011, Trevelin, Chubut, 7 y 9 de marzo de 2009. Muestra itinerante del PCI en festejo de sus 10 años de vida.

Premio Mejor Película y Premio Revelación Competencia Oficial Sección Internacional del Festival Internacional de Cine de Gualeguaychú, Entre Ríos. 17 al 21 de febrero de 2009.

Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, Cuba. Competencia de guiones inéditos (2006)/Competencia de afiches originales (2008).

Seleccion Oficial Cinema of the World 39 International Film Festival of India, Goa, India. 22 de noviembre al 2 de diciembre de 2008.

IV Festival Transterritorial de Cine Undergound. Federación Libertaria Argentina, 22 de noviembre de 2008.

5to. Festival de Cine con Vecinos de Saladillo. 18 al 22 de noviembre de 2008.

Competencia Oficial 22nd. Leeds International Film Festival, Inglaterra. 4 al 16 de noviembre de 2008.
One of this year’s discoveries, A Dog’s Dream is a mesmerising and lyrical poem which expresses, without dialogue, a writer’s process of grieving and healing after the loss of his young family. Set in the pure nature of Argentina’s Parana river delta, this beautiful and impressive work of art conveys real depth of meaning. Perspectives blur and time ripples like reflections in the flowing river, drawing us into that non-linear world and gorgeous pace that belongs to the waking dream.

Premio a la Mejor Fotografía (Martín Frías) Competencia Oficial XXIII Festival del Cinema Latino Americano de Trieste, Italia. 11 al 19 de octubre de 2008.
La giuria per la Migliore Fotografia ha deciso di premiare il film “El sueño del perro” con le seguenti motivazioni:
Per il particolare uso delle inquadrature mediante, talvolta, la limitazione dell’immagine a una porzione dello schermo, tesa a richiamare l’attenzione dello spettatore.
Per la scelta delle luci che evidenzia la tranquillità del paesaggio contrapposta all’utilizzo dei chiaroscuri al fine di sottolineare la tensione del protagonista.
Per l’accorto uso delle tecniche di ripresa che, con una tecnica di zoomata, invitano lo spettatore ad entrare nel vivo della scena lasciandolo continuamente sospeso tra sogno e realtà.

Retrospectiva 10 años de cine independiente, organizada por el PCI en el Malba. Sábado 11 de octubre de 2008.

Ciclo El gran debut, organizado por La Nave de los Sueños en la Biblioteca Nacional. 5 de setiembre de 2008.

Competencia Cineastas del Presente
61º Festival Internacional de Cine de Locarno, Suiza (2008).

Competencia Oficial 3º Festival de Cinema Latino-Americano de Sao Paulo, Brasil (2008).

Ciclo El Independiente, organizado por la revista Haciendo Cine en la Alianza Francesa de Buenos Aires (2008).

Competencia Argentina 10º Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (Bafici)/
Muestra itinerante 2008 (Mar del Plata, Rosario, Tres Arroyos, Mendoza).

El primer largometraje de Pécora, producido tras una década de dirigir cortometrajes, proyecta en tiempos más vastos la lógica de la miniatura, la sugestión y la extrañeza de su obra previa. El modo de contar la historia de un hombre cuya vida es golpeada ferozmente por la tragedia, un hombre que además procura encontrarse contándose a sí mismo, alcanza, por intermedio de una consumada orfebrería visual, un nivel de detalle inédito: lo que Pécora cuenta es mucho pero no alcanza, hay que trabajar con eso, acomodar piezas, porque el director jamás es explícito u ostensible. El sueño del perro es como una catedral sin sentido, sin cura, sin paz; una película ornamentada, barroca, hipnótica, por la que hay que vagar en busca de fragmentos de sentido, como quien remonta un río buscando un refugio que apenas puede entreverse en medio del macizo vegetal. Es curioso que un director haya decidido dar el salto del corto al largo con semejante tour de force. Y es más que bienvenido.

Proyectada en la Escuela Nº 11 Bernardino Rivadavia, en el río Paraná Miní, San Fernando (2008).

algunas referencias


Las referencias son muchas y muy diversas -algunas incluso opuestas o aparentemente contradictorias- y entre ellas figuran pintores como Félix Vallotton y Lucian Freud, además de una lista muy larga de películas, libros, cómics, fotografías y dibujos.

Río abajo. Es una película basada en el libro homónimo de Liborio Justo, un escritor argentino que se hacía llamar Lobodón Garra. La película la filmó Enrique Dawi allá por los 60 y está muy buena, sobre todo un corto inicial de unos 20 minutos que sirve como una especie de prólogo. Es una referencia inevitable, porque justamente transcurre en las islas y los ríos del delta, en una zona cercana a Entre Ríos.
Del libro sólo tomo información que me sirve como background, pero de la obra de Dawi me encanta ese corto introductorio por la belleza que logra en base a austeridad y silencio. Además me sirve para tener una dimensión más clara de lo que es el Delta, un lugar bello pero inhóspito, solitario y lleno de peligros. Eso es un poco también lo que me gustaría que experimentara el personaje protagónico cuando se va a las islas. Que el hombre contemple la naturaleza y encuentre belleza en observarla, pero que no sea una naturaleza del todo idílica ni amigable.

Los muertos. La película de Lisandro Alonso me gusta mucho y tiene cierto parentesco con Río abajo en el sentido de una naturaleza poco amigable. También me gusta mucho el encuadre, el tiempo y la fotografía. Es una referencia para algunas de las partes de la peli que son mucho más pausadas y contemplativas. El momento en el que el hombre toma un contacto más real con el terreno, con los árboles, el río, los perros y los isleños.

Sudeste. El libro de Haroldo Conti me inspira muchísimo por muchas razones diferentes. Tiene un clima nostálgico que lo hace muy atemporal, a pesar de que todo lo que pasa transcurre claramente a principios del siglo pasado. Un poco mi idea es que en la película no existan signos que la aten directamente a una época determinada. Y mucho menos a la actualidad. Los personajes estarían mucho más cerca de los años 50 o 60, si hubiera que buscar algún período temporal más concreto. También me gustan algunas cosas de la película Sudeste, de Sergio Bellotti.

Meshes of the afternoon. Un corto de Maya Deren alucinante. Tiene una estructura onírica muy delirante y está hecho con muy poco, pero es buenísimo. Me interesa mucho como referencia de estructura dramática y también como fuente de ideas sobre los sueños.

Círculo de vida. Un corto de Víctor Erice. Toda una película hecha de tiempo, silencios, pequeñas acciones, planos detalles y muchos círculos. Me gusta mucho su sencillez y su capacidad de conmover con tan poco.

La puerta del infierno. Una película de Jaume Balaguero, un director español especializado en cine de terror. Me gusta mucho la estructura de la película, porque no se sabe si lo que le pasa a la protagonista es el recuerdo de algo que pasó o el sueño de algo que está por venir. Es una buena referencia a la hora de ver pasajes y recovecos entre un mundo real y otro supuestamente onírico e irreal.

Las canciones de José Larralde, porque de alguna manera resumen el universo humano del protagonista. Quiero incluir una canción en la película, en la escena donde el tipo ya está mucho mejor y se pone a escuchar un disco. Me gusta mucho lo que dice este hombre, la actitud que tiene frente a la vida, el universo moral que evoca.

valloton

freud

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sudeste

Unos días en el Segunda Hermana

Las avispas entraban y salían de la casa cuando querían. Volaban dando círculos, casi siempre cerca de las paredes, como rozándolas con las puntas de las alas. Desde la ventana se alcanzaba a ver el río y, en la otra costa, a sólo unos metros, las cañas recién cortadas y un bosque tupido que se extendía hacia el fondo, muy pero muy lejos.
Hacía días que no había ningún turista en la isla. Sólo los isleños, los perros y él. Y esos bosques inmensos de árboles en permanente movimiento que iban desde la casa hasta ese lugar lejano donde el Paraná de las Palmas bordea el horizonte.
Ya a media tarde aparecían los pájaros, escarbando debajo del pasto recién cortado, picoteando lombrices, dándose un festín. El los miraba fumando, desde la escalera de la casa, absolutamente pleno con el cigarrillo en la boca, los pies descalzos y la brisa tibia acariciándole la cara. Después caminaba unos pasos, bajaba por la escalera del muellecito, tanteaba el agua para aclimatarse, y se metía de cabeza en el río.
Había unos bichitos muy raros, algo así como una especie de araña-mosquito sin alas, negros, minúsculos, que viajan por la superficie del agua casi sin tocarla, como flotando, pero con una velocidad de reacción y cambio de ritmo increíbles. Se quedaba un rato ahí, mirándolos y juntando saliva en la boca para ver si podía cazar a alguno con una escupida. Pero no lo lograba.
El primer día fue el más difícil. La lancha colectiva lo deja a uno en la orilla izquierda del arroyo Segunda Hermana, en el único lugar donde hay muelle, justo ahí donde se junta con el río Capitán. Es la parte más deshabitada de la isla y abundan la vegetación virgen y los mosquitos. Para colmo, la casa está del otro lado, con el arroyo de por medio. Y para quien llega ahí con lo puesto y sin conocer a nadie, cruzarlo no es demasiado sencillo. Hay que conseguir un bote. Y para eso hay que buscarlo y molestar a personas que lo miran a uno como lo que es, un ave de paso. A menos que se anime a desvestirse y tirarse al agua con las cosas hechas un bulto, haciendo equilibrio mientras se mantiene a flote hasta la otra costa, para que nada se moje o estropeé con el agua.
Un buen mate y un cigarrillo pueden ser los mejores amigos del hombre en estas circunstancias de aislamiento planificado. Mucho más que un perro. El lo podía asegurar. En las islas los perros son sus propios dueños. Amos y señores de sus vidas, van de acá para allá, vagabundeando por el bosque y la selva, nadando en el río, recostándose al sol, muy a sus anchas, sin que ningún hombre ande por ahí mandándolos. Se acercan un poco, aceptan de buena gana un pedazo de pan, pero cuando llega el momento de socializar, se olvidan de los modales y se van. Así que se las arreglaba solo, con un poco de yerba y unos cinco o seis cigarrillos por día.
A la noche leía. Y también a la mañana, muy temprano, apenas amanecía. Se levantaba de la cama tambaleando, caminaba descalzo hasta el río, disfrutando del rocío fresco sobre el pasto, debajo de sus pies. Se lavaba la cara y se ponía en la puerta, sentado en los escalones de madera, alternando la mirada entre las páginas de Sudeste y las ramas de los árboles movidos por las primeras brisas.
Si le apetecía, y si el ritmo de lectura se lo permitía, preparaba los primeros mates. A veces, mientras hubo, masticaba un pedazo de pan. Fuera como fuera, le gustaba leer a Conti, porque su libro evocaba lugares tan salvajes como ese, con seres tan solitarios como esos árboles, ese río y esos perros que ladraban muy de vez en cuando, a lo lejos, al paso de algún bote.
El viejo motorcito que bombea agua desde el río hasta la casa funcionaba a medias. La correa estaba tan gastada que, apenas lo encendía, resbalaba y se zafaba de la rueda. Intentó hacerlo funcionar dos o tres veces, pero al final se olvidó del asunto y, cada vez que necesitaba agua para el inhodoro o para lavar las verduras, agarraba una cacerola y un bidón vacío, los llenaba en el río, y sanseacabó. También se lavaba los dientes. Y cuando sentía que estaba muy sucio, agarraba el jabón y se daba un baño.
Algunas noches, cuando todo estaba a oscuras y únicamente se veía relampaguear a las luciérnagas, cualquier sonido, por más mínimo que fuera -una ramita quebrada por el viento, una hoja cayendo sobre el pasto, el zumbido de un mosquito- le parecía desmesurado en semejante inmensidad, acentuaba su soledad, le producía miedo.
Un día ocurrió algo extraño. Entre los árboles, no muy lejos de la casa, apareció un machete clavado en la tierra. Después de varias horas, cuando ya empezaba a oscurecer, el machete seguía ahí, erguido sobre el piso, solitario. Acá, en medio de la nada, es más que raro que alguien se olvide una herramienta tan vital como un machete. El hombre de las islas siempre camina con él en la mano. Es casi una extensión de su brazo. Un elemento imprescindible para abrirse camino. Sin embargo, misteriosamente, el machete permanecía ahí, clavado en el suelo, olvidado en ningún lugar. Lo alcanzaba a ver a lo lejos, desde una de las ventanas, solo entre la maleza, inquietante.
Dos días pasaron hasta que una mañana lluviosa, mientras observaba el cielo sentado en el piso de la casa, un hombre se acercó con su hijo y unos perros. Le preguntó de quién sería. El hombre le dijo que no sabía, que probablemente fuera de algún otro isleño y que lo mejor era dejarlo ahí, hasta que volviera a buscarlo.
Así son las cosas en la isla. Todo tiene su propio ritmo, sus propias reglas. Y él empezaba a entenderlo. De todos modos, al tercer día, no pudo aguantar la ansiedad, se acercó, miró hacia todas partes para asegurarse que nadie lo veía, lo agarró del mango de plástico negro y se lo llevó para la casa. Ya lo devolveré, pensó, cuando ese isleño o cualquier otro me lo reclame.
La isla lo fue envolviendo poco a poco con su silencio, con la espesura de sus bosques, con los quejidos de sus aves. Por la noche, si el tiempo era cálido, le gustaba tirarse al río y hacer la plancha, dejándose llevar boca arriba por la corriente, con los brazos extendidos, y observando las estrellas en el cielo. Había notado que si se quedaba mucho tiempo mirando el cielo, las estrellas se multiplicaban y podía contar muchísimas más que las que había visto un instante antes.
Los días se le hacían más largos, en la soledad de esa isla. Al principio, unos hombres venían a cortar cañas del otro lado del arroyo, justo en frente de la casa. Trabajaban sin parar durante horas, lloviera o hiciera sol, daba igual. Primero prendían una fogata con hojas verdes, para hacer humo y espantar a los mosquitos. Y luego cortaban la tacuara y la apilaban a un costado, prolijamente. Pero después de un tiempo ya no volvieron. Y por ahí no pasó nadie más. Por eso, a veces sentía la necesidad imperiosa de ocuparse en algo. Para matar el tiempo y no sentirse tan solo.
Se distraía con cualquier cosa. Leía, cocinaba, lavaba los platos, cocía los agujeros de la ropa o se internaba en el bosque, entre la maleza, sin saber muy bien qué buscaba. Se acostaba temprano e intentaba dormirse pronto, tratando de perderse en algún sueño acogedor, en algún viaje agradable. Y a pesar de que se sentía como un punto en medio de la nada, lejos de todo y tan indefenso como uno de esos insectos que chillaban ahí afuera, entre los árboles, no la pasaba mal. Sólo estaba deshabituado.
Todas las mañanas, todas las tardes y todas las noches parecían las mismas. Desesperadamente idénticas. Salvo por pequeños cambios que él mismo les imponía, para no sentirlas tan monótonas y no aburrirse tanto. Y pese a que todo aquello le parecía a veces una postal detenida en el tiempo, siempre con el mismo paisaje desolado, no había nada en la isla que no estuviese en permanente movimiento. Lo descubrió tarde, es verdad. Pero cuando entendió el mecanismo ya no pudo evitar leerlo en todas partes. En cada pequeño gesto de las hojas sobre el pasto, en cada mínimo aleteo de una paloma, en cada copa de árbol mecida por el viento, en cada insecto que se agitaba sobre las ventanas. La isla misma es movimiento, pensó. Desde sus raíces más profundas hasta la copa de su árbol más alto, desde un extremo al otro de los ríos que la cruzan. Puro movimiento.
Antes de partir, tomó el machete y lo clavó en el mismo lugar donde lo había encontrado. Durante esos días, nadie había venido a reclamarlo. Por ahí no había pasado un alma. Pero él ya entendía cómo eran las cosas en la isla. Cuando lo necesitara, su dueño volvería por él. Quizás mañana, quizás en una semana, quizás dentro de un año. Así que juntó sus cosas, ordenó un poco, cerró la casa con el candadito y se marchó. Tuvo que volver a desvestirse y nadar hasta el otro lado del arroyo, haciendo equilibrio con sus bultos en el aire.
Unos momentos después encendió un cigarrillo en el muelle del Segunda Hermana, mientras observaba el río y esperaba la lancha colectiva de las siete de la tarde. La última lancha del día. Su única esperanza de regresar a la ciudad, a su verdadero hogar, muy pero muy lejos de allí.

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El sueño del perro se desarrolla en dos espacios y tiempos bien diferenciados: lo urbano y lo agreste.

Uno de ellos es un tiempo real y transcurre en otoño e invierno en una ciudad de contrastes arquitectónicos entre edificios antiguos y otros más modernos.
Es una ciudad cubierta por la neblina y la lluvia. Bulliciosa, opaca y melancólica, de estructuras metálicas oxidadas, mucho cemento y edificaciones grises. Su clima es opresivo y sus espacios cerrados, asfixiantes, laberínticos, con callejones, puentes, autopistas, vías de tren, túneles y escaleras.
Es una ciudad imaginaria, construida a la manera de un collage, en base a locaciones interiores y exteriores reales ubicadas en distintos barrios de Buenos Aires. La coherencia entre estos espacios urbano distantes y diferentes estará dada por su propia funcionalidad para crear el clima de extrañamiento y misterio que la película necesita. Y en ese sentido también colaborarán el sonido, el arte y la dirección de fotografía, trabajando con esa arquitectura ecléctica para crear un escenario irreal, pero coherente y verosímil, presentándose como una ciudad a la vez rara y posible.

El otro tiempo es imaginario y transcurre en una isla alejada de la ciudad y de todo signo de civilización, desde el otoño al verano de un mismo año.
Se trata de un lugar aislado y solitario, poblado únicamente por algunos pocos isleños. Sus casas de madera distan mucho una de la otra y entre ellas hay bosques, ríos enormes, arroyos, pequeños puentes de troncos, cañaberales, esteros y extensos pastizales. Junto a sus perros, los pobladores recorren grandes distancias a pie o remando en canoas para ir de un lugar al otro, moviéndose con dificultades en ese enorme delta selvático. Son gente humilde, modesta y trabajadora, ruda y silenciosa.
El contraste entre la ciudad y este espacio agreste será pronunciado, tanto por el paisaje y el sonido -más apacibles, pero mucho más ricos en matices-, como por la transformación interior que ese lugar aislado y primitivo provoca en el protagonista, que llega allí tratando de alejarse de la ciudad y sus recuerdos. Como esa transformación transcurre entre un otoño y un verano, el escenario irá cambiando naturalmente a la par del ánimo del protagonista.
Esta transformación que experimenta tiene que ver con el contacto cada vez más profundo y contemplativo que mantiene con la naturaleza que lo rodea. Así, la paleta de colores será ocre, rojiza y amarillenta en los meses más fríos, cuando el personaje deba vencer una serie de obstáculos para adaptarse a su nuevo medio, e irá tornándose verde intenso, con colores más vivos, en primavera y verano, cuando él ya se sienta más pleno y renovado.

Tanto en la ciudad como en las islas, la película tendrá un estilo que privilegiará la construcción pictórica del plano, con un tratamiento visual muy cuidado. Se trabajará con planos secuencias, planos detalles, texturas y diferentes tipos de desplazamientos de cámara, como travellings y paneos.
En las islas habrá también cierto detenimiento en planos generales abiertos, panorámicos, y se pondrá especial atención a los fenómenos de la naturaleza (una tormenta, el fluir del agua, el comportamiento de los animales y las plantas como personajes importantes en el desarrollo de la historia).
Todos estos recursos deben ayudar a comprender, de manera indirecta, la crisis espiritual que abruma a los personajes y el camino que emprenden hacia un cambio.
Aunque sean diferentes, ambos tiempos y espacios se irán entremezclando. La idea es crear un clima de extrañamiento, una atmósfera parecida a la de un sueño, que recorra la película de principio a fin. Para lograrlo, realidad y fantasía, ciudad y selva, entablarán un diálogo permanente en el que poco a poco los parámetros espacio-temporales se irán perdiendo, para dar lugar a otros menos habituales, ligados a las emociones y a la imaginación de los personajes.

CIUDAD
El rodaje en la ciudad será en locaciones de la Capital Federal, principalmente en un edificio de departamentos (donde vive el protagonista), en la vieja redacción de un diario (donde trabaja) y en diferentes paisajes urbanos (calles, puentes, túneles y escaleras por donde transita).
En estos escenarios se desarrollará parte del drama de este escritor devenido periodista, envuelto en una profunda crisis personal -que lo lleva a encerrarse en sí mismo, perderse en sus sueños, renunciar a su trabajo y aislarse- luego de la muerte de su familia en un accidente.
Las locaciones elegidas, la puesta de cámara y la dirección de fotografía estarán al servicio de la creación de un clima enrarecido y denso que acompañe y represente de manera gráfica la tormenta interior que sufre el protagonista, su angustia y su dolor ante la soledad infinita que implica la pérdida de sus seres queridos.
Por ese motivo, la época del año debe ser otoño o invierno, para aprovechar las lluvias, el frío, los vientos y las neblinas propias de esas temporadas. Eso ayudará además a apuntalar la atmósfera extraña de la película, que oscila en todo momento entre el sueño y la vigilia, sin dejar nunca demasiado claro qué parte pertenece a la realidad y qué otra es parte de su imaginación.
La extrañeza de las acciones que transcurran en la ciudad (esa sensación de indiscernimiento entre realidad y sueño que la película se propone) no dependerá de sucesos fantásticos o extraordinarios, sino más bien de acciones cotidianas que muestren el estado de shock del protagonista, aturdido por la melancolía e incapaz de seguir viviendo en la forma en que lo hacía, y al mismo tiempo lo sumerjan -sin grandes despliegues de puesta en escena, sino más bien de manera austera y verosímil- en visiones y pesadillas recurrentes. Las locaciones elegidas serán un elemento fundamental para mostrar ese particular estado de ánimo ubicado en el difuso límite entre realidad y fantasía.

RIO Y ZONA DE ISLAS
1-Muelle Ana y alrededores.
Partiendo de la estación fluvial de Tigre, a unos 45 minutos en lancha colectiva, aparece sobre la margen izquierda del río Capitán -todavía dentro de la primera sección del delta del Paraná- un muelle viejo y maltrecho que se interna unos 50 metros entre juncos verdes y altos, hasta llegar a la costa.
Es un muelle muy rústico, emparchado por maderas y tablas irregulares cuyas grietas denotan las consecuencias de las crecidas, las lluvias y el paso del tiempo. Pedro, el dueño de esos terrenos desde hace más de 60 años, quizo que se llamara Muelle Ana.
Además de algunas casas modestas donde uno podría alojar con cierta comodidad a un equipo técnico de no más de 15 personas, en el lugar hay bosques, un pequeño arroyo que se interna dentro de la espesura, juncales enormes, una casa antigua y un río bastante ancho, aunque demasiado transitado. La isla está en una zona turística, pero a pesar de eso, a su alrededor existen muchos lugares selváticos e inexplorados. Hay un bosque de cipreses, pequeños caminos que se pierden en la selva y, muy cerca, una vieja casa de estilo europeo, con galería y ventanales hacia el río, que podría servir como hogar para alguno de los personajes.
A unos 100 metros de la costa, y como un enorme tajo que divide el bosque espeso en dos, se abre inesperadamente un espacio talado por el que se extiende un sendero de postes y cables de electricidad. El sendero es tan largo que no se alcanza a ver ni su principio ni su final. Se mire hacia donde se mire, los cables y los postes parecen extenderse hacia el infinito. Es un paisaje extraño y misterioso, creado artificialmente en medio de la selva.
Cruzando el Capitán y remando por la costa unos 200 metros a la derecha nace el arroyo Las casas. Escondido por las ramas de un árbol que se recuesta sobre su entrada, el arroyo es bastante largo y se desvía muchas veces en pequeños cursos de agua angostos pero navegables.
Hacia el interior de la isla la vegetación es espesa y salvaje. Hay muchos árboles y arbustos, pero también hay otras zonas más abiertas, de pastizales altos. Hay algunas casas abandonadas y algunos muelles derruidos que dan una idea de lejanía y soledad. Es una locación ideal, por la atmósfera melancólica de sus aguas llenas de camalotes, ramas caídas y costas de raíces a la vista.
Sobre ambas márgenes del Capitán, siguiendo camino hacia el Paraná de las Palmas, también se encuentran otros arroyos bastante solitarios, más juncales y zonas de selva aparentemente virgen.

2-Arroyo Segunda Hermana.
El arroyo Segunda Hermana nace sobre la costa izquierda del Capitán, a unos 10 minutos en canoa del Muelle Ana, subiendo por el río hacia el Paraná de las Palmas. Es un arroyo bastante largo y angosto, habitado por isleños que viven ahí todo el año. En sus márgenes, más hacia el fondo, aparecen casas muy antiguas y maltrechas, algunas incluso construidas a fines del siglo XIX. Una de ellas se erige al final del arroyo, en un terreno rodeado de árboles altos y frondosos, mucho arbusto y vegetación salvaje. Justo ahí el Segunda Hermana se estrecha y se une con un pequeño canal, que cruza transversalmente, perdiéndose en el bosque, a uno y otro lado del arroyo.
Es una casa de madera, apoyada en lo alto de unos pilotes, a la cual se accede por una escalera que conduce a una galería y a las puertas de cuatro habitaciones. Si uno se para en cualquier parte del terreno y mira a su alrededor, aunque mire muy a lo lejos sólo verá arboles, cielo, arbustos y dos pequeños cursos de agua.
Es una locación ideal para la película por la sensación de distancia y aislamiento que provoca. Esa casa rústica y venida a menos podría ser el hogar de dos de los personajes principales de las islas: un niño huérfano y su abuelo moribundo. La cantidad de árboles, la paz y el silencio que reinan en la zona y la posibilidad de escenarios que existen a su alrededor, a muy poca distancia, la convierten en el lugar indicado para filmar numerosas escenas, tanto en el agua, como en las márgenes del arroyo y el interior de sus bosques.

3-Paraná de las Palmas y Aguajes del Durazno.
El río Capitán confluye con el Paraná de las Palmas, un río muy largo y caudaloso, de aguas profundas, que debe medir más de 300 metros de ancho. Es un paisaje imponente, inmenso, dividido en tres franjas horizontales: el agua, las islas y el cielo. La distancia entre una costa y la otra es tan grande que además de ser el límite entre la primera y la segunda sección del Delta, este río parece ser la línea divisoria entre civilización y otro tipo de vida mucho más ruda y salvaje.
Saliendo del Capitán y cruzando el Paraná en línea recta, uno llega al arroyo Capitancito, y por allí se puede internar en una zona selvática y muy poco poblada llamada Aguajes del Durazno. Selvas, bosques, aguajes, arroyos, canales, juncales, grandes superficies solitarias, muy poco transitadas por el hombre y casi sin signos de civilización, hacen de este lugar un escenario muy funcional a la película, porque brinda la posibilidad de numerosas acciones y recorridos interesantes para los personajes.
Si la vegetación es exhuberante, la fauna también lo es, porque allí todavía se encuentran algunas especies de animales en extinción, como el carpincho y la nutria, además de víboras, pájaros, anguilas y peces de todo tipo. La poca gente que habita en los alrededores vive en su mayoría haciendo trabajos de mano de obra en construcciones, transportando materiales y mercaderías en sus botes, cortando juncos o talando árboles y vendiendo su madera en los puertos de San Fernando y Tigre. Es un lugar donde además de descubrir la forma austera y laboriosa en la que viven los isleños, uno queda envuelto en esa extraña atmósfera en la que la paz y el sosiego contemplativo se mezclan con la soledad, el misterio, cierta melancolía y un inexplicable temor a lo desconocido.

4-Parada Toledo.
El arroyo Capitancito se convierte aguas arriba, pasando los Aguajes del Durazno, en el arroyo Chaná. Siguiendo su curso hasta el río Paraná Miní, a unos 50 minutos en lancha colectiva desde el Paraná de las Palmas, se encuentra la Parada Toledo. Está sobre la otra margen del Miní, justo en una zona poblada donde funcionan una iglesia, un hospital, una antigua panadería de más de 100 años, una escuela primaria y un jardín de infantes, además de los puestos de policía y prefectura.
En verano esa es una zona turística muy visitada, pero en invierno son muy pocas las personas que pasean por ahí. Es además el lugar de descanso de muchos navegantes y el centro de reunión de los pobladores de la zona.
Un domingo por mes la gente oye misa en una pequeña capilla de madera traída desde Europa, con un terreno trasero en el que se podría ambientar fácilmente un pequeño cementerio zonal.
En la Parada Toledo vive una familia que además de alojar a las personas en habitaciones limpias, atiende un restaurante en el que ofrecen comida casera, televisión por cable, mesas de ping-pong y pool, teléfono y quizás también la posibilidad de conectarse a internet. Es un lugar rústico pero acogedor, de clima familiar, modesto pero cómodo y funcional. Tiene suficientes ventajas y comodidades para un equipo técnico de 15 personas más o menos.
La gente que vive ahí conoce bien a la mayoría de los vecinos de las islas, saben dónde conviene internarse para filmar y dónde no, tienen claro a qué perros temerles y a cuáles no. Saben de bajantes y crecidas, de lluvias y tormentas. Son personas experimentadas y pueden dar buenos consejos.
En los alrededores de esta parada existen muchísimas locaciones interesantes: arboledas y bosques, casas abandonadas, una lancha que se pudre apoyada sobre unos tanques de petróleo, en medio del bosque, corrales de gallinas, árboles fáciles de trepar, costas llenas de raíces, senderos inexplorados y una casa de madera viejísima, repleta de cajas y botellas, donde funciona un bar de aspecto sórdido y poco amigable.

5-Arroyo Tuyú Paré.
A unos 300 metros a la izquierda de la Parada Toledo nace el arroyo Tuyú Paré, un curso de agua bastante ancho y caudaloso que se pierde dentro de la isla, hacia el norte. En ambas márgenes del arroyo aparecen bosques, canales transversales que se pierden en el interior de la isla, senderos y una variedad enorme de plantas que, hacia el fondo, se va haciendo mucho más selvática y virgen. Es una zona muy poco poblada. En una extensión de más de dos kilómetros existen a lo sumo tres o cuatro casas habitadas, además de otras abandonadas y cubiertas por árboles, maleza y vegetación frondosa.
Una de esas casas, construida en medio de una plantación de árboles, podría ser convertida fácilmente en el hogar del protagonista, que llega a la isla escapando de la civilización. Es una casa vieja, modesta, pero no lo suficientemente rudimentaria como la de los otros isleños, ya que posee ciertas comodidades -como luz eléctrica- que corresponderían más a la personalidad de un hombre proveniente de la ciudad, que se irá adaptando lentamente y con algunas dificultades al estilo de vida austero de las islas.
Por la tranquilidad y la soledad propias de la zona, por su escaso tránsito de personas y embarcaciones, el arroyo Tuyú Paré es una de las locaciones ideales para rodar muchas de las escenas de la película que transcurren en el delta del Paraná. Allí se pueden rodar persecusiones, grandes caminatas, escenas con canoas y otras embarcaciones. Es un escenario de múltiples paisajes, ubicados todos a muy poca distancia.




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